La ciudad vive en torno a la Plaza de Armas. Alrededor se encuentran algunos de los edificios más notables y la población suele reunirse bajo sus árboles y arcos. Es una ciudad que invita a recorrerla a pie, ya que la mayor parte de los atractivos a visitar se encuentran en el centro de Mier.
Sus principales construcciones son la iglesia de la Purísima Concepción; la Casa de las Columnas, el templo de San Juan Bautista, la Plaza Guadalupe, que se encuentran a unas cuantas cuadras una de otra.
Para los recorridos por Ciudad Mier se recomienda portar ropa fresca y ligera y sombrero o gorra, además de bloqueador solar, pues gran parte de los trayectos son en plena exposición a los rayos solares.
El calzado deberá ser siempre cómodo pues los trayectos son extensos; en el caso de las zonas urbanas es preferible el uso de zapatos cerrados, y para las visitas a las áreas de naturaleza, se prefiere el calzado abierto, sandalias o huaraches.
Las botellas con agua serán una buena compañía, así como la indispensable cámara fotográfica, tanto en los paseos por la ciudad como en las visitas a las presas y los alrededores, con innumerables motivos de interés.
En Mier se puede comer muy bien y hay restaurantes para todos los presupuestos. El platillo típico es el cabrito, que se prepara al ataúd o de otras diversas maneras y, también, hay que probar el caldillo fiscaleño, con carne seca, que se llama así porque era el favorito de los fiscales que trabajaban en las aduanas.
Las principales artesanías son los bordados y tejidos, la alfarería, con diferentes tipos de barro, propios de esta región y, como en todo el norte del país, la talabartería.
En Mier hay una infraestructura suficiente tanto en hoteles como en restaurantes. Es una actividad en pleno desarrollo, y existen hoteles y restaurantes de todas las categorías y para todos los presupuestos; sin embargo, se sugiere reservar con anticipación, sobre todo si se pretende hacer una visita en temporada vacacional.