Recreativo
El Cerro Cabezón es el eje sobre el que ha girado la vida y la historia de Tlatlauquitepec. Es uno de los picos más importantes de la Sierra Norte de Puebla; es el cerro que colorea y da nombre a la población; el que la acoge y abriga; el que el Sol pinta de rojo como aparece en su escudo y, finalmente, el que la anima y divierte. Un gran número de las actividades recreativas de los pobladores y los visitantes son en el Cerro Cabezón.
En sus laderas abundan los bosques y las cuevas, las cañadas y cruces de ríos, manantiales y peñas; es un lugar ideal para la práctica de algunas actividades y deportes de aventura.
En el cuerpo de este gigantesco y amable monolito, hay actividades deportivas debidamente organizadas: se pueden lanzar en una tirolesa de medio kilómetro; hacer rappel, para principiantes y expertos, en paredes impresionantes; practicar la espeleología en sus cuevas; hacer senderismo en sus cañadas, campismo en áreas acondicionadas e, incluso, la bicicleta de montaña. Todo entre una naturaleza fértil y generosa, con paisajes asombrosos.
Sin embargo, no todo es el Cerro Cabezón; en Mazatepec, a unos cuantos kilómetros está la Cueva del Tigre, en la que podemos entrar y bañarnos en su poza interior; o bien, ir al centro vacacional de Hueytepec o, ahí mismo, en Tlatlauquitepec, disfrutar del agua; está bañado por numerosos ríos y cascadas, que ofrecen otras posibilidades para el contacto con la naturaleza y la aventura. A unos cuantos kilómetros, de fácil recorrido está la Cascada de Tuxtla o Velo de Novia, la más notable de la región, con más de cien metros de altura. Podemos admirarla y, en algunos parajes, se puede nadar.
Cerca de ahí esta la presa de la Soledad, en la que se puede embarcar, recorrer en lancha e, incluso, practicar la pesca de trucha. Además, la presa de la Soledad es una maravilla tecnológica; su cortina es de arco de cúpula, el primero que se construyó en América y es considerada una maravilla de la ingeniería mexicana.