Es fácil recorrer Creel tanto por su reducida extensión como porque en ese corto espacio tiene muchos atractivos. La calle principal, llamativa por la arquitectura de sus casas a dos aguas y muchos establecimientos de venta de artesanías y restaurantes de comida típica de la región, conduce a la estación de tren, sitio principal de reunión de lugareños y viajantes.
La mayor parte de sus muchos atractivos se concentran en torno a la plaza principal, que es la Plaza de Armas que conserva su sabor original, sereno y arbolado, con su sencillo kiosco y el monumento al gobernador Enrique Creel, que llevó el ferrocarril a la pequeña ciudad.
Alrededor de la plaza están las iglesias de Cristo Rey y la de Nuestra Señora de Lourdes, que llaman la atención por su sencillez e íntimo recogimiento. Del otro lado de la plaza se encuentran el Museo de la Cultura Tarahumara, con la historia del lugar y la Casa de las Artesanías, con notables ejemplos del talento de los rarámuris, desde cerámica y wares, que son canastas de palma tejida, hasta orfebrería y obras en madera.
Creel es un lugar que invita a recorrerlo a pie. Sin embargo, también es recomendable la experiencia de hacer los recorridos en bicicleta. Hay varios sitios en los que pueden alquilar las bicicletas y añadir el gusto del ejercicio al de la visita turística. También en bicicleta se puede llegar a algunas de las comunidades tarahumaras de los alrededores y a los lugares turísticos de mayor interés.
En sus recorridos se recomienda portar ropa fresca y ligera con sombrero o gorra, además de bloqueador solar, pues gran parte de los trayectos son en plena exposición a los rayos solares, aunque no hace mucho calor. Para los paseos por la sierra se recomienda llevar pantalones largos y suéteres ligeros. Y tomar en cuenta que por las tardes el frío aumenta de manera considerable.
Durante la primavera y el verano el clima es templado. En otoño es frío y en invierno, muy frío, con frecuentes heladas y algunas nevadas, lo que le da un peculiar encanto a la ciudad y sus alrededores.
El calzado deberá ser siempre cómodo pues los trayectos son extensos y las calles empedradas; en el caso de recorrido por la zona urbana es preferible el uso de zapatos cerrados, y para las visitas a los alrededores y áreas de naturaleza, se prefiere el calzado abierto, sandalias o huaraches.
Las botellas con agua serán una buena compañía en estos recorridos, aunque dentro de la zona urbana hay un gran número de tiendas y expendios que ofrecen diversos servicios, alimentos, artesanías, materiales turísticos, etcétera.
En lo alto de la colina desde la cual se domina la pequeña ciudad está el monumento a Cristo Rey, de ocho metros de altura. Es un mirador privilegiado en Creel con atardeceres imponentes y sitio obligado de las visitas turísticas.
Sin embargo, los mayores atractivos de Creel se encuentran los alrededores, de espectacular belleza natural. Los principales son: El Divisadero, un lugar excepcional desde el cual se puede admirar la confluencia de las barrancas del cobre, Urique y Tararecua; la vista es sobrecogedora. Y, además cuenta con un espectacular teleférico, uno de los mayores del mundo. El Divisadero está a unos cincuenta kilómetros de Creel.
San Ignacio Arareco es una comunidad tarahumara que vive en torno a la misión de San Ignacio, los valles de los Monjes, los Hongos y las Ranas, con impresionantes formaciones rocosas, y al hermoso lago de Arareco, en el que se puede pescar, remar, nadar o, simplemente, contemplar. Para este recorrido en Arareco se recomienda ser acompañado por un guía autorizado para descubrir con mayor facilidad los encantos del lugar.
También en las cercanías de Creel hay dos caídas de agua excepcionales. Son la cascada de Basaseachi y la cascada de Cusararé, de más de treinta metros de altura. Muy cerca de ella se haya la misión de los Cinco Santos Señores de Cusararé y junto el Museo de San Ignacio de Loyola, levantado por los tarahumaras sobre las ruinas del convento original.